jueves, 3 de noviembre de 2011

Desgracias comunes

I.

Alrededor del cajón se ubicaron los familiares cercanos. De un lado Ana, la mujer original, los hijos mayores y los nietos. Del otro Cynthia, la mujer nueva. Con ropa poco apropiada para un velorio, según comentó Elvira al verla entrar.

De pronto, al muerto le volvió el alma al cuerpo, se sentó y ahí entre tules y tafetas dijo:

- Cynthia … ¡ qué linda estás hoy!

II.

Esa tarde su mujer le dijo de todo. Julio quedó hecho polvo.

Ella, obsesiva como de costumbre, buscó el escobillón y la palita roja de plástico, lo barrió y lo echó al cesto de basura.

- Peor hubiera sido que me deje bajo la alfombra y tener que seguir soportando sus pisadas - pensó Julio.

Y se quedó, tan entero como pudo en el fondo de la bolsa, esperando que llegara el camión y lo llevara por fin lejos de allí.

III.

Juanjo estaba siempre enchufado. Un día se le pelaron los cables y un chisporroteo interior lo hizo tambalear.

– A ponerse las pilas, viejo- le dijo su mejor amigo.

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