miércoles, 30 de noviembre de 2011

Caperucita 2011

Odiaba que la llamaran así, al fin de cuentas ella tenía un nombre. Maldita idea la de su madre de hacerle un abrigo con capucha. No le gustaba sentir el paño rozar su cara y menos aún ese color chillón.

Con la mujer que la puso en este mundo tenía un entripado: si decidía hacer algo, aquello otro sería mejor, si decidía salir, le indicaba el camino. Llevá abrigo que está fresco, le decía. Por más rápido que caminara hasta la puerta, siempre alcanzaba a oir esa última orden.

Un día, cargó todo el valor que pudo y partió. Sin abrigo ni rumbo.

Recorrió el mundo, aprendió otras lenguas, se enfrentó y venció a lobos feroces.

Parió una hija de sonrisa dulzona que la dejó boquiabierta.

Quiso darle lo mejor.

Le cosió una capita roja.

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